Ciencia y Tecnología

La EEI podría convertirse en el primer cosmódromo orbital

CIUDAD DE MÉXICO, 02 Ene .- La Estación Espacial Internacional, sin duda, podría considerarse el mayor logro científico y tecnológico de la humanidad. Las principales potencias mundiales unieron fuerzas para, juntos, construir la mayor infraestructura orbital jamás vista. No obstante, su vida útil culminará en el 2024 lo que suscita preguntas sobre qué sucederá después.

El proyecto de la EEI fue tan innovador como idealista. No fue la primera estación espacial habitable de la historia: la soviética Saliut 1 (1971) fue seguida por la estadounidense Skylab (1973) y la china Tiangong-1 (2011). Sin embargo, la estación internacional demuestra que los países más avanzados del mundo son capaces de dejar a un lado sus diferencias en la Tierra y trabajar juntos para la conquista espacial y por el bien de toda la humanidad.

No obstante, toda historia tiene su final y el proyecto de la EEI está programado para funcionar hasta el año 2024. Tanto en Rusia como en EEUU no ven rentable seguir gastando millones en la permanencia humana en el espacio, por lo que las riendas de la conquista espacial poco a poco pasa a manos de empresas privadas y emprendedores filántropos.

Entonces, ¿qué sucederá después?

Cosmódromo orbital
Según el acuerdo vigente, cada uno de los participantes estará a cargo de desmantelar sus módulos. Pero eso no significa su sentencia de muerte. Algunos módulos o elementos pueden ser conservados y reutilizados en futuros proyectos.

El mayor inversor ruso en tecnologías espaciales, la compañía S7 Space, por ejemplo, se ha pronunciado a favor de construir en base a los módulos rusos un cosmódromo orbital para abastecer los flujos de tráfico entre la Tierra y otros cuerpos de nuestro sistema solar, principalmente la Luna y Marte.

Para ello, la compañía S7 pretende hacer uso del remolcador interorbital con un propulsor electroreactivo. Se trata de un proyecto poco conocido, pero muy ambicioso, fruto de la colaboración de Rosatom y Roscosmos.

«Hemos formado el plan general y las propuestas sobre el proyecto que hemos enviado a Roscosmos. El propósito general del cosmódromo orbital es la organización de un puesto de avanzada en la órbita, donde se pueda dar servicio a varias naves espaciales, incluido el remolcador interorbital con propulsión nuclear», comentó a los periodistas el director de S7 Space, Serguéi Sopov.

Los propulsores actuales, basados en el uso de sustancias químicas como queroseno o hidrógeno líquido, han alcanzado el límite de sus capacidades. Son efectivos a la hora de poner objetos en la órbita terrestre, pero poco prácticos para los viajes en el sistema solar.

La idea es utilizar los propulsores químicos para llevar las mercancías y tripulaciones al cosmódromo orbital, para luego emprender el viaje de ida y vuelta gracias al propulsor electroreactivo del remolcador orbital.

Un salto tecnológico

La creación de extensas infraestructuras en la Luna y luego en Marte —metas incluidas en la hoja de ruta de desarrollo de la cosmonáutica rusa— inevitablemente necesitarán de un sistema de transporte rápido y fiable. El futuro remolcador orbital con propulsores electroreactivos promete ser una variante más veloz y económica, que podría funcionar durante largos períodos de tiempo sin recarga de combustible.

«En los último 60 años Rusia ha sido líder en la cosmonáutica gracias al salto tecnológico realizado por la URSS en las décadas de los 50-60 del siglo pasado. Pero la etapa iniciada a mediados del siglo XX llega a su fin. El próximo salto histórico para la cosmonáutica estará asociado con la exploración del espacio profundo», pronostica el profesor de la Academia Rusa de la Cosmonáutica, Andréi Iónin.

En sus palabras, esa etapa requerirá de nuevas tecnologías en dos áreas fundamentales: el abastecimiento de la actividad biológica humana durante las largas expediciones y la creación de las fuentes de energía de alta densidad. Y la ciencia rusa ha alcanzado grandes éxitos en ambas.

Pero a diferencia de la compañía estatal rusa Roscosmos, que tiene entre sus planes únicamente cumplir con tareas gubernamentales y científicas, S7 Space pretende hacer los viajes al espacio económicamente factible gracias al turismo espacial. En la empresa afirman que el cosmódromo orbital mantendrá todas las funciones de la actual EEI, a las que se añadirán, por supuesto, el entretenimiento de los turistas espaciales.

Al día de hoy, el turismo espacial, junto con las actividades de investigación y desarrollo, no llegan a recuperar los gastos de la EEI, que en la actualidad ascienden a más de 5.000 millones al año. En S7 Space dicen entender esto muy bien. La idea de crear el primer cosmódromo orbital funcionará solo si se da la condición de un flujo constante de carga entre la Tierra y, por ejemplo, la Luna. Por otro lado, la aparición de un nuevo vehículo interplanetario contribuirá a la formación de dicho tráfico. Se formaría así una especie de mercado de viajes interorbitales, con su oferta y su demanda.

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