Xoloitzcuintle merece protección y reconocimiento como un patrimonio bicultural

PACHUCA DE SOTO, 20 JUL/NEWS HIDALGO/.- El perro xoloitzcuintle representa un legado biológico e histórico que debe ser protegido y transmitido, porque es un testigo vivo de la época prehispánica, por esta razón, Marilyn Stephany Espinosa Guerrero, egresada de la Maestría en Patrimonio Cultural de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), ha propuesto emitir una declaratoria que lo reconozca como patrimonio biocultural de México.
La egresada Garza explicó que esta raza destaca en el país por formar parte de la identidad nacional, y aunque fue domesticada desde tiempos antiguos, persiste una deuda histórica y cultural con estos animales. Por esta razón, resaltó la importancia de reforzar el vínculo que nos une a ellos e impulsar las acciones que sean necesarias para revalorarlos, protegerlos y conservarlos.
En este marco, su proyecto de tesis documenta que, durante la época precolombina, existieron cinco razas de canes: el tehui mesoamericano; el malix, originario de la región maya; el loberro, un híbrido de lobo con perro; el tlalchichi, propio del occidente; y el xoloitzcuintle, el único que logró sobrevivir como consecuencia de la cruza de ejemplares nativos con otras razas, además de las prácticas de envenenamiento durante la conquista española.
Además, estudió la imagen y el significado del perro prehispánico en vestigios como piezas de cerámica halladas en tumbas de tiro en Colima. En estos recintos funerarios se enterraba a los difuntos junto a un perro o una figura representativa, pues se creía que, si la persona lo había tratado bien, el animal le ayudaría a cruzar el río Chiconahuapan rumbo al Mictlán, el inframundo de la cosmovisión mexica, para conducirla a su destino final.
Era considerado el psicopompo por excelencia, es decir, el que guía a las almas en el más allá, porque tienen una buena visión, olfato y oído, además de agilidad para correr, nadar y defender. Estas características físicas les permiten ser buenos guardianes, protectores y compañeros del ser humano.
Con el tiempo, su figura fue transformándose. Durante la evangelización católica el perro pelón se convirtió en un símbolo de resistencia por su vínculo con la cosmovisión prehispánica. Después, en 1910, con la Revolución Mexicana y el surgimiento de los ideales nacionalistas, se buscó un estandarte que representara la resiliencia y la capacidad de sobrevivir a múltiples contextos.
Actualmente se reconocen dos variedades de xoloitzcuintle: la más conocida carece de pelo y de dientes premolares, debido a un gen que afecta la piel, el sistema nervioso y los dientes; la segunda, con pelaje y dentadura completa, la cual ha sido históricamente desprestigiada y desvalorizada, sin embargo, es una variedad completamente legítima que también forma parte de la herencia genética y cultural de esta especie.
Por estas razones, Marilyn Espinosa propone el reconocimiento oficial del xoloitzcuintle como parte del patrimonio biocultural de México, con el fin de proteger su existencia y preservar el vínculo que mantiene con las raíces prehispánicas del país.